Fatiga pandémica: qué es, síntomas y cómo afrontarla

 

la fatiga no es otra cosa que la sensación de agotamiento, de falta de energía y motivación. Esta puede ser una respuesta normal del organismo ante un evento que requiere de un importante esfuerzo físico o una situación que genera aburrimiento, cansancio, falta de sueño o estrés; es por este motivo que se trata de un síntoma común y por el que generalmente no hay que preocuparse. Sin embargo, cuando se toman las medidas adecuadas y la fatiga no disminuye o desaparece, o cuando se extiende en el tiempo, es entonces el momento de prestarle atención con el objetivo de descartar un trastorno físico y mental más grave. 

¿Qué es la fatiga pandémica?

Debido al contexto en el que nos encontramos desde que el covid-19 irrumpiera en nuestra sociedad, hay un término que cobra una gran importancia desde el punto de vista de la salud, la fatiga pandémica. Este término surge para hacer referencia a una reacción de agotamiento ante una situación adversa mantenida en el tiempo y todavía en proceso de resolverse, la
pandemia. 

¿Por qué se produce?

La teoría del estrés de Selye puede ser muy útil a la hora de explicar el porqué de esta fatiga pandémica. Según el autor, el estrés aparece cuando las demandas del entorno superan nuestras capacidades o cuando estas son tan prolongadas en el tiempo que nuestro organismo no se ve capacitado para seguir haciéndoles frente. En este sentido, Selye distingue tres fases: en la primera fase o fase de alarma, se observa un aumento del estrés con sus consiguientes sensaciones físicas y psicológicas. Todo ello hace que el organismo se prepare y es lo que nos ayudó a responder y llevar a cabo las primeras conductas de adaptación en los primeros momentos de la pandemia; podríamos decir que es una fase enfocada únicamente a la supervivencia. 

La segunda fase, conocida como fase de resistencia, es aquella que tiene lugar cuando el problema o situación se extiende más de lo esperado en el tiempo. El organismo pone en marcha otro tipo de respuestas a nivel corporal, conductual, emocional y cognitivo enfocadas a lograr sobrellevar el estrés de un modo más prolongado. En el caso de la pandemia, tras el confinamiento conseguimos volver a recuperar hábitos que habíamos perdido sin tanto estrés como en los primeros días; volvimos a salir y a relacionarnos poco a poco. La última fase es la llamada fase de agotamiento, en ella el organismo no logra mantener los mecanismos de adaptación durante tanto tiempo y acaba por fatigarse. 

En esta dirección, lo que se observa ahora mismo es un desgaste de la población fruto de la duración de esta pandemia. A medida que han ido pasando los meses, esa fortaleza física y mental y la ya tan nombrada resiliencia con la que contábamos todos, ha ido perdiendo intensidad ¿por qué? Muy simple, porque un corredor no puede estar corriendo para siempre y, a medida que avanza la carrera, el cansancio cada vez hace más mella. Al mismo tiempo, hay una sensación colectiva de que tras meses de esfuerzo y sacrificio parece que la recompensa no llega. 

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