Meditación diaria guiada para conectar contigo
La meditación no sólo como forma de autocuidado
Si meditas, ya conoces los beneficios que esta práctica
tiene para ti. En estos momentos tan difíciles, donde sentimientos que van
desde el aburrimiento o la tristeza a la rabia, la preocupación o la ansiedad
es importante cuidarnos, física y mentalmente, y la meditación es una práctica
esencial para ello.
La investigación nos demuestra que meditar ayuda a bajar la
presión sanguínea, disminuir el estrés, dormir mejor, aumentar la
concentración, la capacidad de autocontrol (tan necesaria ahora para no dejarte
llevar por tus emociones y comer de manera compulsiva), y reforzar el
sistema inmunológico.
Por eso, la meditación es una práctica totalmente
recomendable para cualquier persona, y es suficiente con practicarla diez
minutos al día.
Un paso más allá. Meditación más visualización
Además de la meditación, existen otras practicas como la meditación; al combinar ambas nos nos concentramos en
alcanzar un objetivo concreto, no sólo nos focalizamos en alcanzar un estado
determinado de conciencia, sino que además visualizamos en nuestra mente
cómo queremos sentirnos o qué queremos lograr.
Visualizar, es decir, imaginar, tiene una repercusión
inmediata en el cuerpo. Si cierras los ojos e imaginas que estás en el
campo no sentirás lo mismo que si te visualizas en un atasco.
Los cambios de actividad en el cerebro que se producen
cuando imaginamos se traducen en una producción de neurotransmisores, los
cuales a su vez producen cambios a nivel fisiológico y bioquímico en el
organismo.
No es casualidad que la mayoría de los deportistas de élite
utilicen la visualización como una vía para perfeccionar sus movimientos, una
técnica que se aplica lo mismo al baloncesto, al tenis o al levantamiento de
pesas. De hecho, un curioso estudio llevado a cabo por investigadores de la
Cleveland Clinic Foundation ha demostrado que con la práctica mental se puede
ganar fuerza muscular.
En un experimento llevado a cabo por Rizzolati y
colaboradores en 1996 se constató mediante la Tomografía de Emisión de Positrones
que al visualizar se estimulaban los lóbulos parietal, frontal y occipital,
donde están los órganos de la visión, al igual que cuando miramos en la
realidad un objeto. Para nuestro cerebro no hay diferencia entre ver y
visualizar.
Visualizar, meditar, orar
En la Universidad de Pensilvania los investigadores
Eugene de Aquili y Andrew Newberg llevaron a cabo un estudio en el
que analizaron imágenes de la actividad cerebral de monjes budistas
mientras meditaban y monjas franciscanas mientras rezaban y comprobaron que la
meditación y la oración provocan variaciones significativas las ondas
cerebrales, el ritmo respiratorio y cardiaco.
Gracias a este estudio sabemos que la experiencia de
conexión con el todo, con algo más grande que uno mismo (ya sea el cosmos, la
humanidad o Dios, según las creencias de cada cual), nacen de una mayor
actividad en los lóbulos prefrontales y una menor actividad en los
lóbulos parietales.
¿Y cómo crea esta experiencia de conexión nuestro cerebro?
El lóbulo prefrontal izquierdo crea el sentido de dónde
empieza y termina nuestro cuerpo, por lo que no es casualidad que la
disminución de la actividad en esta parte de nuestro cerebro se correlacione
con la experiencia de interconexión con todas los seres, con el todo.
El lóbulo parietal derecho produce nuestro sentido del
espacio físico que nos rodea, por lo que el hecho de que disminuya la actividad
en esta zona se correlaciona con la percepción de la infinitud del espacio.
La activación de los lóbulos prefrontales aumenta las
funciones ejecutivas, como la capacidad de concentración, de planificación y de
autocontrol, y se relaciona estrechamente con la integración armónica del yo.
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